El diagnóstico de la EM fue, en parte, un alivio, igual que contárselo abiertamente a mis familiares y amigos. Lo primero es aceptarlo y hacerle frente con una actitud fuerte y positiva.
En mi mejor momento personal y profesional aparece la EM en mi vida. La noticia me cayó como un jarro de agua fría, pero las fuerzas y ganas de luchar son mayores que la enfermedad
Antes del diagnóstico no tenía vida más allá del trabajo y de velar a mis muertos. La EM me abrió los ojos. Mi sentido común reaccionó y pensé: tengo que vivir, disfrutar de cada momento.
Con la racha de un brote por año te sientes impotente y te frustras. A veces es difícil hacerle entender a los que te rodean lo que sientes, pero mi gran apoyo son mi familia y mi pareja
Estuve más de un año ocultando mi malestar. Contárselo a mi familia fue la mejor decisión que tomé en mi vida, me liberó y me dejó volver a vivir tranquilamente
Cuando me dijeron que tenía Esclerosis Múltiple no pude ni reaccionar. Ha pasado un año y aún estoy en proceso de adaptación a los pinchazos, a la fatiga... pero luchando para superarme día a día
¿Por qué yo? Era la eterna duda a la que terminaría encontrando respuesta. La idea de que el reloj avanzaba a más velocidad para mí me hizo querer aprovechar todo al máximo.
Estaba seguro de que la EM no me iba a cambiar la vida. Ahora tengo un blog, estoy haciendo un doctorado y represento a jóvenes con EM. Que nadie nos diga cuáles son nuestros límites
Para mí fue fundamental hablar con alguien que tenía lo mismo que yo y me entendía. Con la Esclerosis Múltiple valoro más a las personas y quiero de otra forma, mas intensa, más profunda.
Mi sueño se esfumó con el diagnóstico. Ir a una asociación me ha ayudado mucho, no es malo pedir ayuda. Ahora he aprendido que el estrés es muy malo y que no puedes rendirte nunca
Tras el diagnóstico el miedo y la incertidumbre se adueñaron de mi y yo misma era peor enemiga que la esclerosis múltiple. Pero transformé mi tristeza en ganas de vivir, luchar y ser feliz